sábado, 2 de junio de 2007

Historia de una invención


“Demasiado bueno para ser cierto”. Stephen Glass fue un genio, pero no del periodismo, sino de la invención. Tuvo la suficiente sensibilidad como para adentrarse en las mentes de las personas, estudiar sus comportimientos y tejer toda una serie de historias imaginadas en su agitada y brillante mente. Historias, sí, eso era lo que los lectores demandaban, historias humanas, hechos sobrecogedores, realidades inquietantes, dignas de ser publicadas en alguna novela con un futuro éxitoso…pero alejadas del mundo del periodismo.

Glass fue un joven intrépido que violó los pilares periodísticos del rigor, la veracidad y la honradez. Trabajó para la prestigiosa revista The New Republic anteriormente había colaborado con Harpers magazine, Slate y Rolling Stones.


El escándalo se descubrió a raíz de uno de sus artículos sobre Hackers. El diario Forbes llevó a cabo una investigación de todos los datos que Glass en principio había recogido, y al contrastarlo descubrieron que todo era una farsa; era la excusa perfecta para acabar con la competencia y manchar el nombre de The New Republic. El reportero de Forbes, Adam Penenberg, logró reunir las pruebas necesarias para inculpar a Glass.

Su historia pasó a ser el argumento de una película: El precio de la verdad , dirigida por Billy Ray, quién quedó fascinado ante el gran fabulador que había conseguido la fama gracias a sus artículos y que con gran picardía conseguía colarlos a pesar de los estrictos filtros existentes en la revista The New Republic.

Es sin duda una película que muestra cómo una persona por muy brillante que sea escribiendo tienen los días contados en la profesión del periodismo, ya que el que se siente periodista tiene arraigada la idea de la búsqueda de la verdad, es la deferencia que se tiene hacía los lectores, que sin ellos, el trabajo de tantos profesionales no serviría de nada.










fdo: Ana Pizarro Jiménez

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